lunes, 21 de mayo de 2012

A ti Bogotá



Porque de repente descubres que hay  un mundo allá afuera y que existen experiencias tan maravillosas que no se podrían describir solo con palabras ya que  el sentimiento es indescifrable.  Te voy a extrañar Bogotá porque me enseñaste que los negocios cooperativos son posibles, que se puede comer mejor en las calles que en restaurantes, porque  la espiritualidad y el patriotismo son la esencia de tu gente, porque los Hostales son más divertidos, porque con Costeña vives más, porque se pueden hacer amigos en una fila, porque existen las llamas más bellas e inteligentes del mundo (como Beethoven en la plaza Simón Bolívar) porque algunos profesores son taxistas y algunos taxistas nunca aprendieron a guiar, porque el jugo de maracuyá en leche es lo mejor que me ha pasado, porque soy otra después de la Monserrate, porque las paredes de las minas de Zipaquirá saben a sal, porque la luz de la séptima brillaba pura y radiante el penúltimo día, porque tu música me enamora, porque el frío en ti es caliente, porque vi a Botero flaco y a Picasso cuerdo, porque tengo una familia más grande, porque hay un elemento sorpresa en cada comida, porque se puede llorar de alegría, porque te tengo en mi corazón, porque me siento sumamente orgullosa de ser latina, porque un viaje equivale a Libertad…. Que viva Colombia, que viva Latinoamérica y que el viaje continúe….    

martes, 13 de marzo de 2012

Los Álamos; desde adentro


Por: Yarimar Marrero Rodríguez 



       La lucha contra la expropiación de sus terrenos que han librado las comunidades Mainé y Los Filtros, en Guaynabo, ha dado mucho de qué hablar, pero precisamente hoy se realojaba al  último residente del residencial Los Álamos y la desintegración de esta comunidad pasó desapercibida. 

    El Municipio de Guaynabo y su Oficina de Vivienda cuenta con los servicios de rehabilitación de hogares, Home∕HOPWA (que ofrece ayuda de vivienda a pacientes de VIH), Nueva Construcción y Sección 8 de los cuales se benefician los dueños de sus viviendas a los que legalmente se les tiene que retribuir el costo de su hogar en caso de un desalojo.
Pero, ¿qué sucede si se trata del desalojo de un residencial público?

    El director de la Oficina de Vivienda, Gilberto Claudio,  dice no estar obligado a dejar a los residentes de los residenciales en sus apartamentos porque “éstos no les pertenecen y por lo tanto no tienen derecho a reclamarlos como suyo”. 

   Por lo tanto el proceso de desalojo se convierte en uno de realojo en el que los residentes de los residenciales públicos solo pueden escoger entre las opciones de reubicación  que les son ofrecidas por los municipios y que en ocasiones suelen ser reducidas o poco favorables.


La desintegración de Los Álamos

     El residencial Los Álamos  fue construido hace aproximadamente cuatro décadas, su estructura física cuenta con 376 apartamentos y se encuentra frente a la concurrida Avenida Lopategui en Guaynabo.
    
   Hace más de seis años ya el desalojo estaba en planes y según recuerda Nilsa Escalera, quien vivió en Los Álamos por 15 años,  en el 2004, El Municipio convocó a una reunión en el centro comunal donde se trató el tema “muy por encima y con mucho tapujo” y luego de eso la gente lo olvidó. 
     
    Entre los residentes reinaba la incertidumbre  y la incredulidad así que el tema del desalojo no pasaba de ser un rumor molesto.  La mayoría prefería ignorarlo.  En una encuesta que realizara en el 2007 con el fin de escudriñar  el estado de ánimo de los miembros de una comunidad que se encontraba en planes de desalojo, se entrevistaron a alrededor de unas 70 familias, de las cuales un 53 por ciento opinó no considerar el desalojo como una opción real, aunque un 97 por ciento aseguró tener latente la preocupación de dónde vivirían.


Reinaba la desinformación
   Con un tono nostálgico que era disimulado por esas risas que parecen ser para no llorar, el joven de 19 años Giancarlos Sánchez, quien desde que nació vivió en el edificio 9 del residencial, recuerda que “la información que recibíamos era la del dueño del punto” ya que fueron muy pocas las reuniones que se realizaron para orientar a los residentes sobre el tema del desalojo.
    Por su parte Gilberto Claudio,  describió el proceso de desalojo del Residencial como uno largo y dificultoso ya que según él “ver que estaba en malas condiciones (el residencial) es de inmediato, decidir qué se va a hacer con las facilidades, eso toma mucho tiempo”.  
  
   Por esa razón muchos de los residentes tenían versiones diferentes. En un principio y hasta pasados los primeros años la remodelación era lo que se decía con más frecuencia, pero luego ya más cercana la fecha en que comenzaron a desalojar formalmente, se habló de una égida y hasta un centro comercial. 
Ante esto, Claudio, dice reconocer que  el “plan maestro” que se llevó a cabo en el Residencial ha cambiado en varias ocasiones y hasta ahora no se sabe qué se va a hacer en los predios, aunque  aseguró que la remodelación “no es posible”.  Añadió que  todavía se están sometiendo planos e  ideas sobre lo que El Alcalde planea realizar,  pero se los han denegado en varias ocasiones ya que los residenciales públicos pertenecen al Gobierno Federal y los municipios fungen sólo como administradores.

La remodelación no fue una opción

    La opinión generalizada entre los residentes es que la táctica del Municipio fue descuidar las facilidades del residencial para lograr que un por ciento de las personas decidiera irse por su cuenta y las otras tuvieran que ser   reubicados como única solución cuando la calidad de vida se tornara infrahumana.

   Lo cierto es que El Municipio parecía haberse olvidado de Los Álamos y el deterioro se hizo cada vez más evidente.  Nilsa quien vivió en el edificio 20, asegura que hasta el 2009 le duraron las esperanzas de una posible remodelación. “Ya para esa fecha (2009), quedaban muy pocas familias y sus apartamentos vacíos se llenaban de animales y los utilizaban de hospitalillo”. El desagüe y las tuberías gravaban la situación.  “Nos dejaron como animales”, aseguró indignada Gloria Mejías quien formó parte de la comunidad por espacio de 17 años.

    El director de Vivienda confesó que “a veces el gobierno tiene que presionar un poco y empujar la situación”, para lograr obtener lo que se quiere.


Consecuencias emocionales del desalojo
    En el apartamento de la familia Guzmán parecía haber una fiesta. Todos comían algo, se asomaban por el balcón y hablaban de “tiempos mejores”.  Esta familia quien vio nacer a su cuarta generación en Los Álamos y que ahora viven en el residencial Mabó, no deja de reunirse en las noches donde el pie forzado es siempre alguna anécdota relacionada a su vida en el residencial.  Ivelisse Guzmán dice extrañar a esa nueva familia que fueron sus vecinos, la solidaridad entre los mismos residentes; “entre nosotros siempre habían peleas, pero como los hermanos, que no viniera nadie de afuera a decirles na”, como quien pierde algo que ama añadió “ahora nosotros somos los de afuera”. 
   
    El arraigo a una comunidad en la que se vivió por tantos años es un sentimiento natural que muchas  veces dificulta la adaptación. Esto se agrava cuando se siente el rechazo y el discrimen en la nueva comunidad.   “Por riñas pasadas es que no quieren aquí a los de Los Álamos, por eso yo no quería irme”, así dijo el joven José Rodríguez, quien fue uno de los tantos que se quedó “invadiendo”  uno de los apartamentos que quedaban vacíos cuando su familia se mudó.  “Me quedé en el apartamento de mi mamá  y no me quería venir para acá (el residencial Mabó), pero supe que tenía que irme cuando un día me levanté con el ruido de que me estaban arrancando las ventanas”, recordó mientras hacía alusión al número 52, apartamento donde vivió la mayor parte de su vida.

    Nilsa Escalera, asegura haber sufrido una crisis de nervios y de inseguridad al encontrarse sola en el residencial Vista Hermosa, donde ahora vive, “aquí uno no tiene con quien hablar, uno baja y es como si no existieras”.
   
   Así también Gregorio Bonet, dice extrañar la jugada de dómino con los vecinos cuando llegaba del trabajo, mientras su pareja comenta de la cercanía de los hospitales y los centros comerciales.  “Yo no tengo miedo de decirlo; O’Neill quiere sacara a los pobres de Guaynabo”, anunció Gregorio ante la mirada inquisidora de su compañera quien terminó coincidiendo en la opinión. 
    
   Para muchos el separarse de su entorno causa problemas emocionales. A algunos les preocupa  no poder enseñarle a las futuras generaciones de la familia dónde se criaron y a otros les es imposible aceptar el desalojo, por los que aún viven ocupando apartamentos que ya fueron desalojados.

  El sentido de pertenencia, la confianza, la fraternidad y  la solidaridad son algunas de las palabras que describen lo que se vive en una comunidad y lo que sienten sus miembros a puerta cerrada, pero claro, reflexiona  Ivelisse, “esto es algo que no comprenden los que nos miran de afuera”.  


lunes, 12 de marzo de 2012

Con la Habana en el alma



Me hace falta la Habana Vieja y las noches largas en El Malecón. Quiero volver a comer en La Luz por 30 pesos... Quiero estar en tus teatros, quiero comer de tu helado de chocolate con más chocolate y almendras... Quiero ver las lucecitas de la noche desde el piso 10 del doce plantas de Alamar.... quiero estar con mi nueva familia ... Quiero escuchar a cada paso " ¿Boricua?, si Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas...." mientras le adjudican la frase de Lola, a Martí…o a quién sabe quién. Quiero sentir tu guaracha y quiero ver a la gente bailando en cada esquina. Quiero experimentar de nuevo tu patriotismo y quiero que tus compatriotas me den aliento "ya pronto vendrá su revolución, Puerto Rico no está solo, recuérdenlo"... Quiero acordarme de su campaña de alfabetización del 61 para conmoverme infinitamente con su historia y admirar su dedicación y entrega. Quiero ver a través de sus grandes pensadores, de sus revolucionarios y quiero proclamarme Martiana desde hoy para siempre. Quiero inmortalizarme en la pared de La Bodeguita del Medio, como promesa de que voy a regresar a ver si todavía está mi nombre, si estoy yo misma, si me vuelvo a encontrar... Quiero cantar el Chupi Chupi de camino a Pinar del Río y volverme a fumar un tabaco enorme acabado de enrolar. Quiero estar entre tu gente, luchadora y creativa. Quiero escuchar El Moncada un día cualquiera en la Casa del Alba, junto a mi amigo de antes. Quiero estar en un almendrón pasando bajo el túnel. Quiero ver los letreros de tus calles... "53 años de revolución", "Vas bien Fidel", "Hasta la victoria siempre".... Quiero sentirme parte de ti y quiero hermanarme con tu cultura inmensa. Quiero ser parte de tus contradicciones y quiero desentrañar tus enigmas. Quiero ver las imágenes frisadas en postales desde el Morro en espera del Cañonazo, puntual y constante...Quiero grabar para siempre la visión de las escalinatas de tu Universidad o sentarme en el Aula Magna a transportarme en el tiempo y quiero caminar despacio por Prado, como si no hubiera mañana, como si fuera eterno .... –Cuanto pa' 23 y A – le pregunté al que guiaba el almendrón como de 1970 aquella última noche de julio.–Flaca por 10 pesos – me dijo. –Dale, llévame a un viaje……….. que no tenga regreso.

Que viva Cuba revolucionaria, que viva Latinoamérica y el Caribe y que el viaje continúe…